Después de intentar imaginar dos jornadas distintas en una clase de educación infantil, y reflexionar sobre los conocimientos teóricos adquiridos durante estos tres últimos años, pienso que hay muchos elementos que un maestro ha de tener en cuenta a la hora de planificar el día a día del aula.
En primer lugar, hay que tener en cuenta las rutinas ya que las rutinas forman hábitos y los hábitos son la base del comportamiento futuro de los niños. Para ello, hay que responsabilizar a los niños en los actos cotidianos, no sólo en el colegio sino también en casa. Además, con esta responsabilidad asignada, el niño trabaja su autonomía, otro aspecto fundamental en esta etapa. Hay que pensar que las rutinas también aportan seguridad en los niños, y les ayudan a situarse en el tiempo y en el espacio.
En segundo lugar, quiero resaltar la importancia de atender las necesidades individuales de cada niño. Para ello, el docente ha de tener una actitud de escucha para poder identificar dichas necesidades.
Otro aspecto importante es la organización de los espacios. El aula tiene que ser un sitio amplio y dinámico que nos ofrezca las posibilidades de trabajar en gran grupo, en grupos más pequeños y de forma individual.
El niño debe tener sus momentos de libertad dentro de la jornada escolar, pero tiene que haber una compensación con las actividades dirigidas por la maestra.
En cuanto a los materiales que utilicemos en la clase, han de ofrecer además de seguridad, una variedad de juego y han de facilitar la creatividad de los niños.
Para terminar, creo que la labor del maestro debe ser respaldada por los padres, y tiene que haber un trabajo conjunto para que haya una coherencia entre lo que se aprende en el colegio y lo que se aprende en casa.
En esta entrada se han trabajado las competencias 3 y 4 ya que he hecho una reflexión sobre la organización de un centro (3.2) y hago un análisis de los marcos teóricos que justifican las prácticas de una aula (4.1)
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